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La vida es, soy

Hay quien no piensa en la vida, sólo la ansía.
Hay quien impregna sus manos de jengibre,
y apenas se chupa un dedo: las lava, las escurre, las frota una con otra.
No las deja secar al sol de varios días.
Guardadas en sus bolsillos, aún húmedas, de noche,
hay quien piensa que esas manos ya han perdido varias horas,
sin probar comino, laurel o azufre.

Hay quien no piensa en la vida, más bien se deja pensar por ella.
Hay quien delega su razón al desorden constante y lo llama aventura,
quien excusa sus acciones en la complejidad y así se justifica,
quien aparece cada vez con un color distinto y de esencia pura,
de alma rica.

Pero la vida es más que eso,
o menos,
la vida es de verdad un beso,
único, intransferible y cierto,
porque la magia compartida se convierte en descubierta,
y la verdad pierde su encanto,
y se rompe el saco de los deseos por haberlo cargado tanto,
y el egoísmo se apodera de la persona que no esta dispuesta a pensar en el ser que ama
de igual forma que el que ama en ella.

Pero la vida es más que eso,
mucho más.

Porque la vida no está ahí fuera, lejos de nosotros,
la vida no es un ente inalcanzable, abstracto o extraño,
que debamos llenar de experiencias, factores externos y sensaciones.

La vida somos nosotros mismos,
la formamos siendo, viviendo, amando.

Entonces tendremos vida, propia,
llena de paz y de sentido,
maravillosa y suficiente como único beso sincero,
con una sonrisa fehaciente,
como un alcanzable «Te quiero».

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Sigo habiendo magia.

Creo que si,

que el mundo no está tan intoxicado,

que la magia es una realidad

más real que la ciencia.

Creo que si,

que me fundo en un abrazo abrazado,

que la sabia riega

en tu raiz mis hojas.

Creo más en los colores,

en la luz azul,

en la energía,

en no regalar flores,

en dejar el mono en el baul,

el traje de diario: romperlo,

en irte y enseñarme a ti,

en decirte:

«¡mira, tienes que verlo!,

«cógeme, abrázame,

dame un beso».

Porque, realmente, lo creo,

creo en lo que siento

y siento más en mi

más cuando te tengo.

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Aún sin pensarlo…

Muchas veces no se necesita pensar para hacer o decir algo, ni buscar las palabras más apropiadas. Hace unos años escribí un poema parecido al que hoy pongo, sobre la fluidez de la mente cuando prescinde del lenguaje, o cuando lo usa incluso, pero prescinde tanto de las cadenas que lo hacen que parece volar. Aquel poema decía así:

Fluyen mis palabras, deprisa.

He conducido mis impulsos mentales
mi alma se ha hecho palabra,
mis palabras se han hecho carnales,
fluyen mis redes neuronales,
fluye mi savia, se rifan mis males,
aparecen nuevos animales.

He concretado los fines comunes
mi camino se ha hecho tuyo
y ahora te pegas, te unes,
y yo me siento capullo,
me hieres, inmune:
Fluye mi odio, mi rabia,
y mis palabras se quedan pequeñas,
¿Por qué siempre te empeñas
en vivir y no sueñas?

He terminado por decirte «te quiero»
mi alma cortó dos palabras
tu analogía se ha hecho digital
ya no eres vital,
tu corazón,
¿quién será quien lo abra?

He reproducido el sonido del viento
filtrado, desechando tu aliento,
fluye mi aire, tu risa,
fluyen palabras deprisa.

hidabe – Enero 2004

Hoy creo que me ha pasado igual, aunque esta vez incluso me sobraba el lenguaje, creo que hubiese hecho un mejor poema sin usar una palabra que no fuese su nombre.

Aún sin pensarlo.

Quieren salirse contigo todas juntas,
sin orden,
sin sujeto,
sin verbos,
las palabras.

Quieren salirse contigo todas juntas,
conjuntas,
con el mundo,
con tu mundo,
las ideas.

Quiere quererte mi corazón
sólo cuando quieras,
pero te quiere tanto
que te sigue amando cuando vuelas.

Quieren salirse todos juntos,
sin conjuntos,
sin mentiras,
sin estanques,
los deseos.

Porque amar queriendo culmina en eso,
en una pequeña cosa indescriptible y alta,
en un montón de metáforas,
que quieren decir beso.
En el peso de tu cuerpo sobre el mio.

Porque esa paz que siento viene
en una pequeña bolsa con agua y maceta,
en un montón de primaveras prorrogadas,
que quieren decir beso.
En el techo de tu cuerpo que es el matiz de tu magia:

Son las sienes de detrás de tus pestañas,
la sonrisa que de grande te tapa la cara,
ilumina los ojos
sacude las mantas.

son de pocas a ningunas telarañas,
son así, eres,
y de vez en cuando me extrañas,
y no me extraña que me guste
porque me gustas tanto
que te canto
aún sin palabras,
aún sin ideas,
aún sin pensarlas.

fernanhidabe – 19-ago-09 – 00:08

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